Comencemos por los blancos. En las góndolas hay diferentes varietales, cada uno de ellos con características diferentes, siendo algunas más cítricas y otras más cremosas. Mientras más características cítricas tenga, más frío debe estar el vino; y mientras más cremoso, más temperado; pero esta diferencia solo debe variar en dos grados centígrados, entre los 7 y 9 ºC. Estando el vino a su temperatura ideal, una vez que lo introducimos en la boca, sentiremos todo el esplendor y la potencia que nos quiere brindar.
Luego tenemos los vinos rosados, más frutados y sobre todo algo más “carnosos”, si lo podemos explicar así. Debido a su estructura y frescura, se recomienda beber estos vinos a una temperatura baja, pero no helados: lo ideal es algo en torno a los 10 ºC. Si están más fríos, perderemos la fruta, y si se sirven más calientes, perderemos la estructura ligeramente ácida de este tipo de vino. Es claro que un grado centígrado, más o menos, no hará mucha diferencia, pero lo ideal es no alejarse de esta referencia.
Los vinos tintos son muy complejos al momento de decidir qué temperatura usaremos; influye mucho si es un varietal o un blend, el tipo de varietal y —para terminar— si se trata de un vino joven o un vino añejado. Tan complejo es el mundo de los tintos como los vinos mismos, pero siempre hay algunas cosas fáciles de rescatar en lo que se refiere a las temperaturas.
Los vinos varietales (hablamos de Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot, Tannat) se beben más fríos: su temperatura ideal es de 16 ºC. Solo un varietal, el Pinot Noir, se degusta algo más fresco, entre 12 y 14 ºC, ya que es una uva más liviana.
Los vinos del tipo blend, debido a su complejidad, se degustan a 17 ºC. Si la botella contiene un vino con mucha ma-dera, se recomienda degustarlo a 18 ºC para que los taninos no se opaquen ni sean muy agresivos.
Una cosa muy importante dentro de los tintos: cuando uno posee una botella de vino muy añejado, o que tenga más de siete años, ya no importa si es varietal o blend, si tiene mucha o poca madera: si el vino está en buen estado para ser consumido, siempre habrá que degustarlo a una temperatura entre 18 y 19 ºC, lo que los europeos llaman “temperatura ambiente”.
Si por algún motivo bebemos un vino tinto más caliente, los alcoholes se reforzarán y nos quemarán las papilas nasales; en boca sentiremos sabores moderados de más y no la fruta.
Así también, existe otra familia de vinos: la de los espumantes y champanes. Esta bebida burbujeante es muy especial, ya que, por contener gas carbónico, el vino cambia totalmente su estructura dejándolo más vivaz y “relampagueante”, si podemos describirlo así. Es mucho más placentero beber frías estas bebidas; cuando hablo de frío, me refiero a lo más frío posible, sin perder las sensaciones gustativas, esto es, entre 4 y 6 ºC. Si lo enfriamos más, al beber el líquido, automáticamente, las papilas gustativas se adormecerán a causa del frío y no sentiremos el verdadero sabor de lo que queremos degustar.
Así que, mis queridos lectores, ¡ojo!: la temperatura es sumamente importante para sentir una real satisfacción. ¡Salud a todos!